martes, 18 de diciembre de 2007

El columpio

Seguro que al que más o al que menos a todos nos ha pasado.
Vuelves de la universidad, coges el metro y te sientas. Miras para delante y te encuentras con una chica maravillosa, pelo liso, ojos claros y una sonrisa preciosa. De repente ella te mira a ti, tú la miras a ella, y os quedáis hechizados en un momento mágico donde en el mundo no existe nada más que tú y ella. Los segundos parecen horas, los minutos días, deseas que nunca se acabe ese momento... pero el megáfono anuncia tu estación.
Bajas, pero ella no te acompaña, se ha marchado rumbo a un lugar donde nunca más sabrás de ella.
La pena te embarga, ¿por qué no la habré dicho nada? ¿Y si...?
Pero es la historia de siempre, ellas nunca se bajan en la misma parada que yo. Al fin y al cabo, tampoco sé qué les diría...
- Perdona... ¿Tienes hora?


Todo esto me ha hecho recordar un corto que vi hace mucho tiempo. Ganador del Goya al mejor cortometraje de ficción en el año 1993:



Hola, te he estado observando y creo que tienes una sonrisa maravillosa y un cuerpo estupendo. Me encantaría pasar contigo esta noche, y si todo sale bien no tendría inconveniente en amarte el resto de mi vida.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Mythologia 9: El juicio de Paris

El príncipe Paris, hijo de los reyes de Troya, Príamo y Hécuba, vivía como un pobre pastor en las montañas cercanas a la ciudad de Troya.
Cuando la reina Hécuba estaba embarazada de Paris, soñó que daba a luz a una antorcha que incendiaba Troya. Los oráculos (adivinos) vaticinaron que el niño que llevaba en sus entrañas causaría la destrucción de Troya. Por eso cuando Paris nació fue abandonado en el monte Ida, cerca de Troya, para que muriera. El recién nacido fue encontrado por unos pastores que lo llamaron Alejandro, que significa «el hombre protegido» y lo educaron como si fuera su hijo. Paris desde pequeño estuvo dotado de una gran belleza y un gran talento para tocar la lira.

Zeus organizó un banquete para celebrar la boda de la diosa Tetis con el mortal Peleo, pero se olvidó de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Eris se presentó en la boda y, sin que nadie la viera, dejó una manzana de oro con la inscripción «para la más bella». Tres diosas reclamaron la manzana: Hera, Atenea y Afrodita y pidieron a Zeus que juzgase cual de las tres era la más bella. Zeus, temeroso de enfadar a las perdedoras, no se atrevió a elegir a ninguna. Decidió que el mortal Paris que siempre había vivido en el campo, alejado del mundo y de las pasiones humanas actuara como juez de aquel singular concurso de belleza.
Un día que Paris estaba cuidando el ganado en la montaña, se le acercaron Hera, Atenea, Afrodita acompañadas de Hermes, el mensajero de los dioses, que le explicó que había sido designado por Zeus para que eligiera a la diosa más bella.

Tras bañarse en el manantial del monte Ida, las diosas se desnudaron ante Paris para mostrarle sus encantos. Las tres le parecieron igual de hermosas. Cada una de las diosas le ofreció una recompensa si la elegía. Hera, esposa de Zeus, el poder sobre las tierras de Europa y Asia, Atenea, diosa de la inteligencia y de la guerra, le ofreció la victoria en las batallas y Afrodita, diosa del amor y la belleza, el amor de la mujer más bella del mundo. Paris sabe que las dos diosas que no resulten elegidas se enfadarán con él, pero no puede declinar su responsabilidad como juez. Deslumbrado por la belleza de Afrodita le entrega la manzana. Desde entonces Afrodita se convierte en la gran protectora y benefactora de Paris y de su pueblo, mientras que Hera y Atenea, ofendidas, juran vengarse.

Poco tiempo después unos sirvientes del rey Príamo robaron a Paris uno de sus mejores toros para entregarlo como premio en unos juegos funerarios que iban a celebrarse en Troya, precisamente en honor del príncipe Paris.
Para recuperar su toro, Paris se presenta como concursante y vence en los juegos. Su hermano Deífobos, siente envidia e intenta matarlo. Paris se refugia en el templo de Zeus, su hermana Casandra lo reconoce pero nadie la cree. Paris muestra los pañales con los que le envolvieron de niño. Su madre, por fin, lo reconoce y Príamo, olvidando los malos augurios, decide acogerlo y concederle todos los honores como príncipe de Troya. Paris no quiso dejar la vida de pastor, por lo que rogó a su padre que le concediese el privilegio de cuidar los rebaños reales.

La mujer más hermosa del mundo era Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta.
Micenas y Esparta negociaban con Troya un tratado para asegurar la llegada de especias y otras mercancías a través del estrecho de los Dardanelos. Paris se ofreció para esta misión diplomática.
Cuando llegó a Esparta fue recibido con todos los honores por el rey Menelao que le mostró sus tierras, su palacio y organizó un banquete en su honor al que asistieron todos los reyes griegos. Cuando Paris se enteró que la mujer que Afrodita le había prometido era Helena, reina de Esparta, esposa de Menelao, pidió explicaciones a Afrodita, porque no le había dicho que la mujer más bella estaba casada. Afrodita le dijo que no se preocupara e hizo que Helena se entregara a Paris.
Menelao debió embarcar rumbo a Creta para los funerales de un pariente y encomendó a su esposa que despidiese a su huésped.
Helena huyó con Paris a Troya, abandonando a su marido y a su hija Hermione de nueve años. Cuando los amantes llegaron a Troya sorprendieron a los troyanos. En el palacio real algunos recibieron bien a la recién llegada, pero el príncipe Héctor sabía que el rapto de Helena desencadenaría una guerra contra Troya por lo que aconsejó que fuese devuelta. Paris convenció a la mayoría de la asamblea diciendo que había actuado en nombre del amor y Helena se quedó en Troya.
El rapto de Helena desencadenó la Guerra de Troya narrada por Homero en la Iliada.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Mythologia 8: Meleagro y Atalanta

Recién nacido Meleagro, príncipe de Calidón, las tres parcas predijeron que la vida del niño duraría tanto como un tronco de árbol que estaba ardiendo en la chimenea. Entonces Altea, madre de Meleagro, sacó el tronco del fuego, lo apagó y lo guardó en un lugar secreto de su palacio.
Meleagro creció fuerte y sano y llegó a ser el mejor lancero de Grecia.
Un año que hubo una gran cosecha Eneo, rey de Calidón y padre de Meleagro, ofreció un sacrificio a los dioses para darles las gracias por la próspera cosecha pero olvidó homenajear a la diosa Artemisa que se sintió despreciada y para vengarse envió un enorme jabalí a los campos de Calidón que arrasó los campos de trigo, destrozó las parras y los olivos, mató los rebaños y atemorizó a los granjeros que huyeron a refugiarse tras los muros de la ciudad.
El rey Eneo mandó heraldos pidiendo ayuda. Acudieron valientes cazadores de todos los rincones de Grecia deseosos de tener el honor de matar al jabalí y quedarse con su piel como trofeo. Los participantes en la cacería fueron numerosos, además de Meleagro llegaron héroes de toda Grecia como Jasón, Anceo, Ificles (hermano gemelo de Heracles), el veloz Idas, Linceo, Néstor, Anfiarao, dos centauros, Leucipo, Acasto gran lanzador de jabalina, Plexipo y Toxeo tíos de Meleagro, Teseo (el vencedor del Minotauro), Piritoo amigo de Teseo, Peleo (esposo de Tetis, diosa del mar) y muchos más valientes cazadores. También se presentó una chica alta y delgada, armada de arco y flechas, llamada Atalanta, que deslumbró a todos por su belleza.

Atalanta era hija de Esceneo, rey de Arcadia. Nada más nacer su padre, desilusionado porque quería un hijo varón, la abandonó en la cima de una montaña para que muriera. Pero la diosa Artemisa le envió una osa que la amamantó y cuidó. Atalanta se convirtió así en la hija adoptiva de Artemisa e hizo la promesa de que nunca se casaría. Llegó a ser una gran cazadora y la corredora más rápida del mundo.

Antes de empezar la cacería Anceo dijo:
- Me niego a cazar con una mujer, no debemos dejar que participe.
Meleagro, que se había enamorado de Atalanta nada más verla, le obligó a callar.
Cuando sonaron los cuernos, anunciando el comienzo de la cacería, todos los héroes se adentraron en un bosque de espesa arboleda en el que se había refugiado el jabalí.
Los dos centauros se habían apostado a ver cual de los dos sería el primero en besar a Atalanta. Cuando lo intentaron ella los mató a los dos con sus flechas y siguió caminando tan tranquila.
Linceo vio al jabalí cerca de un arroyo y avisó a los demás. El jabalí al verse acorralado embistió y mató a tres de los cazadores. Néstor se salvó subiéndose a un árbol. El héroe Teseo lanzó su jabalina pero falló. Ificles sólo consiguió rozarle en un costado. Cuando el jabalí estaba a punto de arrollar a Anceo, Atalanta disparó una flecha que alcanzó al jabalí debajo de la oreja e hizo que desviara su trayectoria, salvando a Anceo.
Pero Anceo, desagradecido, no quiso reconocer que Atalanta le había salvado la vida y le gritó:
- ¡Mujer tenías que ser!, has estado a punto de alcanzarme con tu flecha.
Cuando el jabalí volvió a embestir Anceo intentó darle un golpe con su hacha pero el jabalí lo despedazó con sus colmillos. Peleo le lanzó una jabalina pero también falló, la jabalina rebotó en un árbol y mató a otro de los cazadores. Anfiarao, con una flecha, alcanzó al jabalí en el ojo derecho. El jabalí, sintiéndose herido, se revolvió y acorraló a Teseo contra un árbol, entonces Meleagro se acercó al jabalí por el lado derecho por donde no podía verle y le clavó una lanza en el lomo, que le atravesó el corazón, matándole en el acto. Inmediatamente Meleagro le quitó la piel y se la dió a Atalanta diciendo:
- Te la mereces porque tu flecha le habría causado la muerte muy pronto.
Los tíos de Meleagro protestaron:
- No es justo, Atalanta sólo provocó una herida, tú lo has matado.
Meleagro respondió:
- Callaos, ya he tomado la decisión de darle la piel a Atalanta.
- Lo has hecho porque te has enamorado de esa chica, le respondió uno de sus tíos, piensa en lo que dirá tu esposa.
- Pide disculpas o te mataré, gritó Meleagro.
El otro tío dijo:
- Mi hermano no tiene porque pedir disculpas, cualquiera puede ver que ha dicho la verdad.
Entonces Meleagro, cegado por la ira, atravesó con su lanza a sus dos tíos.

Cuando la madre de Meleagro se enteró que éste había matado a sus dos hermanos favoritos sacó el tronco que guardaba y lo arrojó al fuego.
Meleagro sintió de repente un fuego interno y una gran quemazón y murió lentamente cumpliéndose así la profecía de las tres parcas.

El padre de Atalanta, rey de Arcadia, al enterarse que su hija había ganado la piel del jabalí de Calidón se sintió muy orgulloso y la mandó llamar, diciéndole:
- Bienvenida a casa, te pido perdón por haberte abandonado, desde ahora te reconozco como mi hija y heredera y buscaré un esposo digno de tí.
Pero como Atalanta había prometido que nunca se casaría le dijo a su padre:
- Me casaré con el primer hombre que logre ganarme en una carrera, pero los perdedores deberán morir.
El rey aceptó y durante uno o dos años ningún pretendiente logró vencer a Atalanta.
Entonces Hipómenes, biznieto de Poseidón, que se había enamorado de Atalanta ofreció un sacrificio a Afrodita para que le ayudara.
Afrodita le prestó a Hipómenes tres manzanas de oro para que pudiera distraer a Atalanta durante la carrera.
Empezó la carrera, Hipómenes iba tirando las manzanas de oro, de una en una, y Atalanta se iba agachando para recogerlas. Con esta estratagema el astuto Hipómenes pudo vencer a Atalanta y casarse con ella.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Mythologia 7: Orfeo y Eurídice

Orfeo era poeta y músico. Tocaba tan bien la lira que amansaba a los animales salvajes y las piedras y los árboles se movían para poder escucharle. Su padre era el dios Apolo. Su madre era Calíope una de las nueve musas que inspiraban a los poetas.


Estaba muy enamorado de su esposa, la ninfa Eurídice, y eran muy felices. Pero un triste día, Eurídice paseando por el campo pisó sin darse cuenta una serpiente que le mordió en un tobillo. Eurídice murió y Orfeo se puso muy triste, se le quitaron las ganas de tocar la lira y ya no quería cantar ni recitar poesías.
Orfeo no podía vivir sin Eurídice por lo que decidió ir al Hades para buscarla. Así que sin decir nada a sus amigos ni a su familia cogió la lira y se marchó.

Después de muchos días de viaje llegó a la laguna Estigia donde el barquero Caronte no quiso cruzarle al otro lado en su barca porque sólo cruzaba a los muertos y Orfeo estaba vivo. Entonces Orfeo entonó un canto tan hermoso que hechizó a Caronte y lo pasó al otro lado de la laguna. Hizo lo mismo con el perro Cerbero y con las tres furias.

Cuando llegó al palacio del dios Hades y la diosa Perséfone, Orfeo les cantó su amor por Eurídice y los convenció para que la dejaran marchar. Los dioses aceptaron pero con la condición de que Orfeo no mirara ni una sola vez hacia atrás hasta que no llegara al mundo de los vivos.
Empezó el viaje de vuelta sin mirar atrás pero, cuando llegó a la laguna Estigia, justo antes de subir a la barca de Caronte, dudó de la palabra de los dioses, se dio la vuelta y vio a su amada Eurídice que lo seguía pero, por haber desobedecido, Eurídice desapareció y volvió al reino de los muertos.

Muerte de Orfeo:

Zeus decidió admitir en el Olimpo a su hijo Dionisos porque había inventado el vino.
Orfeo no quiso aceptar al nuevo dios porque no le gustaba su forma de comportarse.
Dionisos enfadado envió a las Ménades a castigar a Orfeo que le cortaron la cabeza y partieron su cuerpo en pedacitos.
Las musas recogieron los trozos del cuerpo de Orfeo y los enterraron al pié del monte Olimpo donde se dice que los ruiseñores cantan con más dulzura que en ningún otro lugar. Apolo llevó la lira de Orfeo al cielo y formó la constelación que desde entonces lleva el nombre de la Lira.
Orfeo fue al Hades y en los Campos Elíseos encontró a Eurídice de la que no se ha vuelto a separar jamás.