Seguro que al que más o al que menos a todos nos ha pasado.
Vuelves de la universidad, coges el metro y te sientas. Miras para delante y te encuentras con una chica maravillosa, pelo liso, ojos claros y una sonrisa preciosa. De repente ella te mira a ti, tú la miras a ella, y os quedáis hechizados en un momento mágico donde en el mundo no existe nada más que tú y ella. Los segundos parecen horas, los minutos días, deseas que nunca se acabe ese momento... pero el megáfono anuncia tu estación.
Bajas, pero ella no te acompaña, se ha marchado rumbo a un lugar donde nunca más sabrás de ella.
La pena te embarga, ¿por qué no la habré dicho nada? ¿Y si...?
Pero es la historia de siempre, ellas nunca se bajan en la misma parada que yo. Al fin y al cabo, tampoco sé qué les diría...
- Perdona... ¿Tienes hora?
Todo esto me ha hecho recordar un corto que vi hace mucho tiempo. Ganador del Goya al mejor cortometraje de ficción en el año 1993:
Hola, te he estado observando y creo que tienes una sonrisa maravillosa y un cuerpo estupendo. Me encantaría pasar contigo esta noche, y si todo sale bien no tendría inconveniente en amarte el resto de mi vida.
martes, 18 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario